Es la pregunta que me hago cada año y es posible que tu también.
Agosto en España dura casi tres meses.
Agosto empieza a finales de junio, las empresas empiezan a zanjar lo mas urgente, evitan contratar servicios nuevos, no asumen nuevos compromisos a menos que sea estrictamente necesario.
Julio prácticamente está vendido, la bandeja de entrada del correo empieza a despoblarse de correos igual que las calles de Madrid.
Nunca supe exactamente que hacen las empresas en julio, posiblemente inventario o limpieza, porque no parece que exista vida operativa en la mayoría de ellas.
Agosto ya es el silencio absoluto.
Ni te molestes en mirar la bandeja de entrada, tiene menos aforo que yo cantando la Marimorena.
Si eres un osado y decides saltarte las normas tácitas de agosto trabajando como yo, te encontrarás recibiendo en el mejor de los casos respuestas automáticas del tipo:
«Estaré de vacaciones hasta el día 30, si tienes algo urgente puedes llamarme al tel….» al que falta la coletilla final:
Como se ocurra llamarme … ¿Que clase de friky trasnochado y atontado se le ocurre mandar correos laborales en agosto?
¿Estas tonto o que?
Da pavor llamar a un cliente, escribirle, hacerle señales de humo sin asumir el riesgo de convertirte en un «pesao» que carece de vida personal y de sentido de estado.
¡Que agosto en España solo trabajan los barrenderos y los chiringuitos!
En agosto es mejor hacerse el muerto y si no te vas de vacaciones, hacer que lo parezca, así que a estarse calladitos ¿vale?
¿Hay vida después de agosto?
Me pregunto esto acabando agosto.
Tengo mis dudas.
Porque resulta, que todos aquellos que te dijeron que te esperaras hasta septiembre para comenzar o confirmar o quedar, le han dicho lo mismo a otros 30 más.
Pero además, se encuentran con que ellos también tienen que llamar a su vez a otros 30 que le dijeron lo mismo en julio y entre tanta procrastinación recíproca, mas el necesario acoplamiento (que lleva su tiempo volver a la rutina oiga) y tanto ponerse al día del trabajo pendiente, se marcha septiembre y tienes que empezar a correr a lo Speedy González que como te quedes rezagado, te encuentras con noviembre, que viene a ser el diciembre de 3 meses, ya si eso lo vemos después de las fiestas…¿vale?
Yo, que siempre he tenido una especial afición por el optimismo desenfrenado y padezco de una imaginación afiebrada, cada agosto anhelo encontrar a otro anarquista de los agostos que se arme de valor y me llame, no solo para tomarnos unas birras en el chiringuito.
Pero eso pocas veces ocurre, al parecer, en agosto solo le intereso a Jazztel que indudablemente tiene fijación conmigo y no se olvida de llamarme ¡NI EN AGOSTO!…cierto también que sus operadores moran en Quito y no en Madrid.
Pero aquí me ves, se acaba agosto y sigo esperando como Penélope a Ulises y en lugar de tejer, yo escribo este absurdo soliloquio y esto ocurre gracias a un agosto que dura 3 meses.
PD: si eres uno de esos clientes a quienes he mandado el presupuesto el junio, sirva este post de recordatorio 😉
Imagen: José Manuel Ríos Valiente
2 comentarios
Pues tienes toda la razón, Marina. Aquí en Pamplona tenemos el añadido de que en julio, como están los Sanfermines, cada 6 de julio hay desbandada general, así que lo habitual es que las empresas no estén ni siquiera abiertas. Y, como dices, llega septiembre, tengo por hacer todo lo que no he hecho en el verano (que sería el momento apropiado para adoptar cambios por la bajada en el estrés) y como, total, el fin de año está a la vuelta de la esquina, vamos a dejarlo todo a ver qué tal terminamos el año… y así se eterniza cualquier cambio. 🙂
¡Los Sanfermines claro! ciertamente, la productividad se complica con tanto interludio festil y tanto espíritu procrastinador. Habrá que seguir insistiendo en la paciencia y en el humor para sortear tanto impasse.
Un abrazo!